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MANCA LA CATEDRAL E INCOMPRENDIDO EL CRISTO

  • Antonio Rafael Fernández Paradas
  • 22 oct 2015
  • 4 Min. de lectura

Publicado en:

http://elcabildo.org/index.php/opinion/tribuna/item/4008-manca-la-catedral-de-malaga-e-incomprendido-su-cristo-resucitado

Málaga es una tierra a la que se prestan los debates para los que no debería haber lugar, y sobre los que la intelectualidad debería cerrar filas. Traído y llevado, son las consabidas cubiertas de la Catedral y la torre manca. Olvidado, en cambio, es el conjunto del programa iconográfico escultórico que la misma debería presentar en sus cuerpos superiores y que nadie echa en falta. La realidad, las cubiertas que no existen, es que el edificio catedralicio sigue sufriendo filtraciones de agua y problemas estructurales.

Si este es un asunto recurrente hasta la saciedad, no menos interesantes son los aireados debates entorno a la figura del titular cristífero de Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga, el Santísimo Cristo Resucitado, obra del imaginero José Capuz Mamano, realizado entre los años 1944 y 1946. Mientras que en la catedral los malagueños se ven reflejados en su torre manca y en la falta de sus cubiertas, proyectando en estos elementos unos valores sociales con los que se sienten identificados, el Cristo Resucitado, prácticamente tiene que pedir perdón por existir. No es barroco, no es un neo, no es guapo, no moreno de piel, y además siempre será un extranjero en tierra de María Santísima, aunque una paisana suya haya sido coronada. Pero sobre todo, el Cristo de la Resurrección de Málaga, es un incomprendido y un marginado social. De las primeras cuestiones, ya dio buena cuenta el profesor Sánchez López en el Alma de la madera. De la segunda, queremos hacer alguna reflexión. El Cristo es un incomprendido, por varias razones. En primer lugar, por el hecho, de que aún siendo un arte figurativo, es una pieza con una importante carga conceptual y trascendental. En segundo lugar, porque Capuz concibió un Cristo que para ser comprendido necesita que otros aclaren su mensaje, iconografía e intencionalidad, es decir es un Cristo cuya representación no se entiende en su plenitud, más allá de ser un Cristo Resucitado, por sí mismo.

En todo este proceso de marginación y aceptación que ha sufrido la imagen, tienen mucho que decir los dos romanos con los que el Cristo vino al mundo. Aquí Capuz cometió un error, si hubiese realizado las tres figuras, en tres bloques unidos, nadie se cuestionaría separar las piezas, cortando los bloques para que cada una fuera independiente. Desde el año 1983 los “compañeros” del Cristo han permanecido en el ostracismo. Recientemente, gracias a la magia de una exposición temporal, se ha producido el feliz recuentro, y muchos han podido tomar conciencia de las relaciones, conceptuales, formales e iconográficas, de los unos con lo otros y del Cristo con ellos.

Capuz, que ante todo era un intelectual, y los intelectuales no suelen conectar con el pueblo, ideo y proyectó una imagen que supo transcender de la mundanidad a la divinidad. Cristos Resucitados hay muchos, de todos las épocas y estilos, pero cristos resucitados “conceptuales” y “transcendentales” hay pocos, y uno de ellos está en Málaga.

Vamos por partes, si nos ubicamos antes las tres figuras el espectador debería percatarse de muchas cuestiones, pero hay una que para nosotros es de singular transcendencia. Ambas tres figuras visten de la misma manera, y sobre todo del mismo color, una especie de paño en tonos tierras/rojizos, con apariencia mugrienta. Se repite en las tres imágenes. Es aquí donde radica la importancia del grupo escultórico en su conjunto. Los romanos, son feos, tienen la piel oscura y visten el mencionado paño harapiento en tonos tierras/rojizos (que recuerda a una especie de coraza). El Cristo es de piel blanca, y viste el mismo tipo de tejido. Ahora bien, lo simple y fácil, hubiese sido que Capuz hubiera realizado un Cristo Resucitado al uso, bendiciendo, o cualquiera de las otras posibilidades que la iconografía presenta. Aquí, partimos del hecho de que nuestro Cristo también cumple con estas premisas iconográficas, pero hay una cuestión más a tener en cuenta, Capuz cuando realiza su Cristo Resucitado incluye una idea, un recurso, que hace que la imagen proyecte una relación directa con la divinidad. La escultura, en madera, terrenal y mundana, consigue lo que pocas obras son capaces de hacer, trascender desde la figuración a la propia divinidad. Lo que son paños mugrientos en los romanos, en el Cristo, en cambio, lo que él ha tocado con su piel, se ha convertido en oro, se han divinizado. Dos mil años de teología, del uso del oro y de los metales preciosos en la liturgia, y sobre todo de la proyección de la divinidad por medio de la luz, quedan reflejados en un Cristo, en una escultura en madera, donde el escultor ha sabido trasladar a la materialidad la divinidad de los dioses.

El común de los mortales, entiende que nos encontramos ante tres figuras independientes e inconexas, y separables. La realidad es que Capuz proyecto una sola idea por medio de tres figuras diferentes. Sin los romanos, el Cristo Resucitado de Málaga no deja de ser una pieza que aporta modernidad a un arte obsoleto. Con los romanos, el Cristo Resucitado de Málaga, se convierte en una de obras de arte más importantes de la imaginería procesional del siglo XX y XXI.

 
 
 

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